domingo, 1 de noviembre de 2015

¿QUÉ TIENEN QUE VER LAS TETAS CON LA PRIMAVERA?

Esta es mi opinión y no tengo que enseñar las bolas para expresarla:


 Recientemente se ha desatado esta moda de apelar a la intimidad, más específicamente a exponer partes del cuerpo femenino para defender ideales. Esta modalidad de mentalidad intelectualoide post globalización nos quiere vender que enseñar, en el caso más reciente las tetas, es un grito contra el colonialismo -yo pensaba que con la boca es más fácil gritar- contra el mercadeo, por eso se quitaron sus sostenes marca Victoria Secret, y contra "las sectas e instrumentos del gobierno que desean controlar los cuerpos de mujeres trabajadoras."
¡¿En serio Loka?!
  Yo escuché estos estribillos reciclados y lo primero que me pregunté: ¿qué provocó esta congregación de pezones a la intemperie? Rápido imaginé que el gobierno había impuesto algún otro arbitrio que atentaba contra las ya frágiles finanzas de las mujeres trabajadoras. Luego pensé: “ debe ser que han quitado los beneficios a las madres lactantes de poder extraer su leche materna o de crear espacios para estas” pero tampoco esa era la causa. Entonces, me dije: "eso debe ser en protesta de la mediocre educación que reciben los hijos de estas abnegadas madres trabajadoras en el sistema de enseñanza pública".
Llegué a pensar que estas mujeres, dispuestas a dejarnos apreciar sus senos en las vías públicas, eran tan de avanzada que estaban protestando por el trato desbalanceado que reciben los hombres en los casos de acecho y violencia doméstica y en los casos de relaciones paterno filiares o de pensión alimenticia.Pero no, tampoco esa era la gran causa. Así que se me ocurrió algo más trivial, no me quedó más remedio que pensar que, por fin,  las mujeres de este país habían decidido protestar en contra de las leyes que prohíben bañarse desnudo en nuestras playas, pero me volví a equivocar.
Resulta que la gran causa que provoca esta revolución que reta la gravedad fue que algún artista con ansías de reconocimiento o con algún personalismo contra las autoras de un mural, se le ocurrió pintar ropa interior sobre la desnudez que exhibía el mural original.  Sí, lo llamo artista, no censurador, porque el trabajo fue uno muy bien hecho. Un censurador hubiera desparramado pintura sobre el mural, lo hubiera empapelado o marcado con una letra escarlata como en los tiempos de las brujas de Salem.
Por supuesto, que la alteración fue una afrenta contra el trabajo de las artistas que idearon el mural, claro que deben estar molestas. Entiendo el malestar de estas artistas al ver la alteración de su obra, pero de ahí a que un grupo de "vanguardistas" nos quieran vender que alguna secta oscurantista, oculta en las alcantarillas morales de nuestra sociedad, ha desatado una guerra censuradora contra el arte, el derecho de la mujer sobre su cuerpo, contra la negritud de nuestra raza, contra la bomba la plena y las caderas cadenciosas, ¡¿Ar yu kidin mi?!
Entonces, de unas pantaletas y sostenes pintados, llegamos a mostrar tetas en contra del colonialismo (cómo no se le ocurrió eso a Lolita Lebrón en el Congreso norteamericano), en contra del racismo (cómo no se le ocurrió eso a Rosa Parks en la guagua) y en contra de la censura al arte en general. Sobre esta última me llama la atención el abuso que se hace de la palabra censura hasta hacerlo sinónimo de "no estás de acuerdo conmigo" y el uso que también  algunos artistas le han dado a la palabra “censura” como instrumento de promoción para sus obras. Es la censura al artista, lo que el chisme es al cantante o actor sin talento.
  Sería interesante conocer, luego que se recogieron sus sostenes Victoria Secret y pasado el apoyo de aquellos susceptibles a cualquier distracción de mierda, qué harán cuando vean el precio de la gasolina, cuando tenga de frente una papeleta en un plebiscito sobre nuestro estatus político, cuando le llegue la factura de luz, cuando la llamen de la escuela de su hijo porque no tiene clases o porque ocurrió un tiroteo frente al plantel.
Se nos cae el país, se nos fugan nuestros jóvenes ya sea en un avión o en el cementerio y esos problemas REALES no se arreglan enseñando tetas. Hay cientos de mujeres trabajadoras como las policías que le han arrebatado sus beneficios, sus pensiones y tienen por decreto de ley sus bocas censuradas a protestar, ¿Qué pasa con ellas, no son trabajadoras porque se afeitan las axilas y usan desodorante?
  No creo en el terror, mucho menos en enemigos imaginaros que creamos o que nos crean para distraernos y entretenernos, mientras el verdadero verdugo está al acecho. No hay peor censura que la que nos hacemos a nuestro propio intelecto.
Termino aclarando, que para nada me molesta ver que el motivo del tapón son unos cuantos torsos de mujeres desnudos en vez de una protesta  de camiones en medio del expreso, con camioneros bebiendo cerveza.
 Así que aquella amiga que haya podido sentirse ofendida por estas palabras tiene la potestad de organizar un grupo de mujeres de avanzada y mover la protesta de senos desafiantes frente a mi casa.  Con mucho gusto las recibiré con café, galletas con quesos de papa y con mis testículos solidarios desafiando la gravedad.
Un abrazo sin censura.

Dr. Miguel Ángel Zayas

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