Esta es mi opinión y no tengo que enseñar las bolas para expresarla:
Recientemente se ha desatado esta
moda de apelar a la intimidad, más específicamente a exponer partes del cuerpo
femenino para defender ideales. Esta modalidad de mentalidad
intelectualoide post globalización nos quiere vender que enseñar, en el caso más
reciente las tetas, es un grito contra el colonialismo -yo pensaba que con la
boca es más fácil gritar- contra el mercadeo, por eso se quitaron sus sostenes
marca Victoria Secret, y contra "las sectas e instrumentos del gobierno
que desean controlar los cuerpos de mujeres trabajadoras."
¡¿En serio Loka?!
Yo escuché estos estribillos
reciclados y lo primero que me pregunté: ¿qué provocó esta
congregación de pezones a la intemperie? Rápido imaginé que el gobierno había
impuesto algún otro arbitrio que atentaba contra las ya frágiles finanzas de
las mujeres trabajadoras. Luego pensé: “ debe ser que han quitado los
beneficios a las madres lactantes de poder extraer su leche materna o de crear
espacios para estas” pero tampoco esa era la causa. Entonces, me dije: "eso debe ser en protesta de la mediocre educación que reciben los
hijos de estas abnegadas madres trabajadoras en el sistema de enseñanza
pública".
Llegué a pensar que estas
mujeres, dispuestas a dejarnos apreciar sus senos en las vías públicas, eran
tan de avanzada que estaban protestando por el trato desbalanceado que reciben
los hombres en los casos de acecho y violencia doméstica y en los casos de
relaciones paterno filiares o de pensión alimenticia.Pero no, tampoco esa era la
gran causa. Así que se me ocurrió algo más trivial, no me quedó más remedio que
pensar que, por fin, las mujeres de este país habían decidido
protestar en contra de las leyes que prohíben bañarse desnudo en nuestras
playas, pero me volví a equivocar.
Resulta que la gran causa que provoca esta revolución que reta la
gravedad fue que algún artista con ansías de reconocimiento o con
algún personalismo contra las autoras de un mural, se le ocurrió pintar ropa
interior sobre la desnudez que exhibía el mural original. Sí, lo llamo
artista, no censurador, porque el trabajo fue uno muy bien hecho. Un censurador
hubiera desparramado pintura sobre el mural, lo hubiera empapelado o marcado
con una letra escarlata como en los tiempos de las brujas de Salem.
Por supuesto, que la alteración
fue una afrenta contra el trabajo de las artistas que idearon el mural, claro
que deben estar molestas. Entiendo el malestar de estas artistas al ver la
alteración de su obra, pero de ahí a que un grupo de "vanguardistas"
nos quieran vender que alguna secta oscurantista, oculta en las alcantarillas
morales de nuestra sociedad, ha desatado una guerra censuradora contra el arte,
el derecho de la mujer sobre su cuerpo, contra la negritud de nuestra raza,
contra la bomba la plena y las caderas cadenciosas, ¡¿Ar yu kidin mi?!
Entonces, de unas pantaletas y
sostenes pintados, llegamos a mostrar tetas en contra del colonialismo (cómo no
se le ocurrió eso a Lolita Lebrón en el Congreso norteamericano), en contra del
racismo (cómo no se le ocurrió eso a Rosa Parks en la guagua) y en contra de la
censura al arte en general. Sobre esta última me llama la atención el abuso que
se hace de la palabra censura hasta hacerlo sinónimo de "no estás de
acuerdo conmigo" y el uso que también algunos artistas le han dado a
la palabra “censura” como instrumento de promoción para sus obras. Es la
censura al artista, lo que el chisme es al cantante o actor sin talento.
Sería interesante conocer,
luego que se recogieron sus sostenes Victoria Secret y pasado el apoyo de
aquellos susceptibles a cualquier distracción de mierda, qué harán cuando vean
el precio de la gasolina, cuando tenga de frente una papeleta en un plebiscito
sobre nuestro estatus político, cuando le llegue la factura de luz, cuando la
llamen de la escuela de su hijo porque no tiene clases o porque ocurrió un
tiroteo frente al plantel.
Se nos cae el país, se nos fugan nuestros jóvenes ya sea en un
avión o en el cementerio y esos problemas REALES no se arreglan enseñando
tetas. Hay cientos de mujeres trabajadoras como las policías que le han
arrebatado sus beneficios, sus pensiones y tienen por decreto de ley sus bocas
censuradas a protestar, ¿Qué pasa con ellas, no son trabajadoras porque se
afeitan las axilas y usan desodorante?
No creo en el terror, mucho
menos en enemigos imaginaros que creamos o que nos crean para distraernos y
entretenernos, mientras el verdadero verdugo está al acecho. No hay peor
censura que la que nos hacemos a nuestro propio intelecto.
Termino aclarando, que para nada
me molesta ver que el motivo del tapón son unos cuantos torsos de mujeres
desnudos en vez de una protesta de camiones en medio del expreso, con camioneros
bebiendo cerveza.
Así que aquella amiga que haya
podido sentirse ofendida por estas palabras tiene la potestad de organizar un
grupo de mujeres de avanzada y mover la protesta de senos desafiantes frente a
mi casa. Con mucho gusto las recibiré con café, galletas con quesos de
papa y con mis testículos solidarios desafiando la gravedad.
Un abrazo sin censura.
Dr. Miguel Ángel Zayas