jueves, 17 de septiembre de 2020

Sobre dependencia, codependencia y ramas anexas


 Siempre que escuchamos sobre dependencia pensamos en aquellas personas que económica o emocionalmente depende de otras y cuando escuchamos sobre codependencia como la dependencia emocional establecida mutuamente en una relación de pareja, donde ambas dependen de la existencia y permanencia de la otra. Ciertamente ya sea desde la dependencia o la codependencia que se establezca una relación ambas están envueltas en un vínculo tóxico.
Ahora bien, tendemos a pensar que para que se den estas relaciones los protagonistas tienen que estar juntos o al menos muy cerca. No necesariamente es así. el hecho que una persona viva, incluso en otro país, no implica que sea una persona independiente. Los padres tienden a cometer ese error de juicio; decir que sus hijos son independientes, simplemente porque no viven con ellos o porque ya conviven con una pareja, pero económicamente los sostienen, especialmente cuando se les “tranca el bolo”  o mantienen con ellos  una relación emocionalmente dependiente, a distancia , porque toman las decisiones que ellos son incapaces de tomar por sí mismo.  
Quiénes han tenido un déficit afectivo muy fuerte, que puede venir tan lejos como desde la niñez o tan cerca como en su última relación, y que, por alguna razón u otra, siente que las personas que se supone que le dieran el espacio afectivo seguro no se lo dieron, se siente privada de la seguridad que brinda el afecto incondicional. Tienden a buscar ese afecto en “parejas imposibles” con quienes no va a poder tener una relación plena; Por ejemplo, con personas casadas, buscar el  amor de alguien que no se lo va a dar, porque lleva ese vocación de lograr algo inalcanzable, que le viene de su historia personal. Se empeña en relaciones que no tienen futuro. Y desde siempre, las relaciones difíciles son las que generan las más altas pasiones: amor, odio, rechazo, todo con intensidad.
Pero estos casos no ocurre solamente entre padres e hijos o en relaciones de convivencia, también ocurre la conducta dependiente o codependiente en personas que no tienen parejas. Esto es en lo que quiero enfatizar en este escrito. No creas que por el simple hecho de que actualmente no tienes una relación de pareja o no vivas con tus padres estás excepto de tener una relación codependendiente.
Por ejemplo, si su estado de ánimo en el día de hoy (tristeza, coraje, desánimo) depende de los recuerdos que tiene con su ex pareja o con sus padres en la niñez, usted es una persona dependiente de la relación que tuvo en el pasado y que le afecta como si aún la tuviera. Si a esa otra persona, a la distancia, lo motiva o le da sentido a su vida  el que usted siga sufriendo su pérdida o que usted se mantenga pendiente, entonces se vuelve una relación codependiente, a distancia, aunque ya ni siquiera se hablen. 

El dependiente desarrolla un deseo permanente de satisfacer a los demás para conseguir aceptación y para presentar ese tipo de conducta usted no tiene que tener una pareja ni convivir con nadie. Se puede dar en los escenarios de trabajo, universidad, con los vecinos y con sus seguidores en las redes sociales. 
Solo los dejo con estas preguntas: ¿Cómo me sentiré si hoy nadie le da Like a lo que posteo? ¿Puedo pasar, por lo menos, un solo día  sin revisar su perfil?...
Dr. Miguel Ángel Zayas

miércoles, 6 de mayo de 2020

Poema ' Tal vez' autor: Miguel Ángel Zayas



Tal vez

cuando todo esto termine

y ya no aceche el peligro

saldremos de nuestros claustros

con una nueva mirada

con esa primera curiosidad

de descubrir el mundo

al que por poco destruimos

y lo miraremos con el mismo asombro

de aquel antepasado

que contempló el fuego por primera vez.

Tal vez

cuando todo esto termine

y volvamos a la calle

extrañaremos ese hogar

en que se convirtió

lo que llamábamos casa.

Tal vez

cuando todo esto termine

se habrá convertido en costumbre

el abrazar a un extraño

y preguntarle ¿necesitas algo?

Tal vez

cuando todo esto termine

todas las banderas

tendrán un mismo color

y las naciones

adoptaran la paz como himno.

Tal vez

cuando todo esto termine

seremos más inteligentes

lo importante

ya no será para después

se nos habrá olvidado

cómo pronunciar una ofensa

y habremos aprendido

lo que significaba

“amaos los unos a los otros”.

Tal vez

cuando todo esto termine

sabremos:

amar sin condiciones

perdonar sin rencor

escuchar antes de responder

y pensar antes de hablar.

Tal vez

cuando todo esto termine

nos disfrutaremos

la tibieza del sol en nuestro rostro

el sabor de la lluvia

el valor del silencio

y el aire al respirar

porque no hay mejor aire

que aquel que se respira sin miedo.

Tal vez…

Dr. Miguel Ángel Zayas

sábado, 2 de mayo de 2020

TOLERANCIA EN LA DIVERSIDAD Y DIVERSIDAD EN LA TOLERANCIA



 Mucho se habla de inclusión y respeto a la diversidad en estos días pero muy poco se practican estos dos conceptos, inclusive por aquellos que llevan estas palabras a boca de jarro para defender unos derechos. Es fácil hablar de inclusión, siempre y cuando se incluyan los que están de acuerdo con uno. No nos molesta dejar fuera a los que no nos agrada su manera de pensar y hasta organizamos boicot y censuras en contra del que no repita nuestro credo o que simplemente expresa su desacuerdo con nosotros.   Es fácil hablar de diversidad, pero si no piensan como nosotros le buscamos un apodo peyorativo para describirlos: homofóbico, machista, derechista, izquierdista, pervertido, fundamentalista, inmoral, entre tantos otros, Como si la diversidad no implicara la coexistencia de TODOS los puntos de vistas de TODAS las filosofías de vida, de TODAS las creencias de fe, de TODAS las especies y razas.
 No es fácil zafarse de muchos prejuicios heredados en la leche materna, copiados del modelaje de papá o aprendidos en la escuela y fomentado en la época y sociedad en que nos tocó vivir. No, no es fácil salir de ellos, especialmente de aquellos que tienen la bendita manía de salir a flor de piel sin pedirle permiso a la consciencia. Una medida, tanto preventiva como remediativa, que utilizo para contrarrestar estos demonios ocultos es incluir entre mis amistades personas que piensan y actúan muy distinto a mí, junto a las que son más afines a mi manera de pensar.
 En mi muro de Facebook trato de hacer lo mismo, porque me permite interactuar con personas de diferentes estratos sociales, educación, ideas, culturas y estilos de vida, aunque no las conozca personalmente, como la gran mayoría de mis amigos de FB. Por eso, en mi página tengo amigos tan diferentes entre sí y tan diferentes algunos de ellos de mí. Tengo a amantes de la colonia -no matter what-, a estadistas, independentistas, a socialistas congelados en los años 70 y a socialistas que adoran a Wal-Mart. También tengo a los que les importa más las hazañas de Maripilly o las Kardashian que la política. Tengo pastores evangélicos y a familiares de sacerdotes católicos, a metafísicos, agnósticos y ateos. A gays, dentro y fuera del closet y a homofóbicos, dentro y fuera del closet. También tengo a intelectuales de primer orden y a gente que piensa que leer un libro es perder un tiempo valioso de la vida, a mujeres muy recatadas y tradicionalistas,  y a chicas indiscretas, menos tradicionalistas, que le gustan tomarse selfies con muy poca ropa.
 En fin, la lista puede ser interminable porque la personalidad es difícil encerrarla en un solo adjetivo o rasgo. Usualmente, el rasgo que sale a flote oculta los rasgos más descriptivos que realmente componen el ser. Todos nosotros nos paseamos entre uno que otro de estos adjetivos, así que podemos pasar de ser el intolerante a ser el intolerado en cualquier momento. Créame, he visto combinaciones tan extravagantes como fundamentalistas adictos a la pornografía, gays conservadores, negros racistas, mujeres machistas, feministas seguidoras del reguetón y de certámenes de belleza, entre un mundo infinito de posibilidades ilógicas.
 Lo que me ha llamado la atención últimamente, es que el nivel de intolerancia de algunas personas es tan alto que lo he sentido manifestarse de dos formas. La primera, es que llegan al punto de molestarle estar incluido en la misma lista de mis amigos en común en Facebook. Los más radicales, se auto eliminan de mi lista de amigos al ver que sus comentarios podrían aparecer junto a otra persona con estilo y manera de pensar distinto o, peor aún, que un comentario suyo en mi página reciba un Like de una de esas personas. Los menos radicales, tratan en modo sutil dar un “consejo” y me escriben al inbox advirtiéndome que mi imagen y reputación -la poca que mi ex dejó intacta- se está viendo afectada por darle likes a comentarios de algún personaje que no le agrade.
 La segunda manifestación que he vivido de la intolerancia en estos medios sociales, es las de aquellos que no se salen de mi lista, ni me escriben al inbox a darme consejos pero asumen de mí persona tantas cosas, siguiendo el refrán adaptado de “dime a quién añades y te diré quién eres”; no sólo asumen, sino que lo comparten con otros, como si le constara de propio conocimiento. He escuchado de todo; que soy un ultraderechista porque tengo aquel tipo de amigo, que si soy un pervertido porque tengo amigas con fotos ligeras de ropa, que si soy un machista porque hablo de una mujer algo negativo, que si soy un mujeriego porque la mayoría de su listado son mujeres, que si soy maricón porque trato con mucha confianza al tipo ese, que si soy comunista porque fui a Cuba, que si soy comemierda, que si soy, que si soy...
 Tiendo a ver el bien en cada persona, al CRISTO, que es esa parte de divinidad que está en cada persona. Creo que todos estamos en este mundo para ser algo positivo en la vida de los demás. Estamos aquí para hacer del mundo un lugar mejor. Por eso digo, con orgullo, que de todas y cada una de las personas que componen ese ancho espectro me he nutrido, he recibido algo positivo y me han ayudado a crecer y a ver otra dimensión, otra óptica del mundo y de las cosas a mi alrededor. En mis escritos, me han ayudado a delinear personajes que no sean una copia al carbón de mí.  
Es un privilegio, no una obligación, el que una persona nos permita ver lo que publica en su muro y, más aún, nos permita comentar de lo que publica.  Facebook cuenta con la herramienta para no permitirlo si no queremos. Seamos agradecidos y respetemos la decisión de otros en cuanto a quiénes escoge como amigos y a lo que publica. Si nos permite opinar, respetemos cuando otro escribe una opinión contraria a la nuestra.
 Por último, a mis queridos amigos de Facebook, les doy las gracias por las interacciones, pero no se afanen en buscar colocarme en este u otro bando, adjetivo, o estilo porque soy la suma de todos mis Yo, cada uno demasiado complicado e independiente como para tratar de definirlos. ¡Un abrazo cibernéticamente fraternal!

Dr. Miguel Ángel Zayas


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