Siempre que escuchamos sobre dependencia pensamos en aquellas personas que económica o emocionalmente depende de otras y cuando escuchamos sobre codependencia como la dependencia emocional establecida mutuamente en una relación de pareja, donde ambas dependen de la existencia y permanencia de la otra. Ciertamente ya sea desde la dependencia o la codependencia que se establezca una relación ambas están envueltas en un vínculo tóxico.
Ahora bien, tendemos a pensar que para que se den estas relaciones los protagonistas tienen que estar juntos o al menos muy cerca. No necesariamente es así. el hecho que una persona viva, incluso en otro país, no implica que sea una persona independiente. Los padres tienden a cometer ese error de juicio; decir que sus hijos son independientes, simplemente porque no viven con ellos o porque ya conviven con una pareja, pero económicamente los sostienen, especialmente cuando se les “tranca el bolo” o mantienen con ellos una relación emocionalmente dependiente, a distancia , porque toman las decisiones que ellos son incapaces de tomar por sí mismo.
Quiénes han tenido un déficit afectivo muy fuerte, que puede venir tan lejos como desde la niñez o tan cerca como en su última relación, y que, por alguna razón u otra, siente que las personas que se supone que le dieran el espacio afectivo seguro no se lo dieron, se siente privada de la seguridad que brinda el afecto incondicional. Tienden a buscar ese afecto en “parejas imposibles” con quienes no va a poder tener una relación plena; Por ejemplo, con personas casadas, buscar el amor de alguien que no se lo va a dar, porque lleva ese vocación de lograr algo inalcanzable, que le viene de su historia personal. Se empeña en relaciones que no tienen futuro. Y desde siempre, las relaciones difíciles son las que generan las más altas pasiones: amor, odio, rechazo, todo con intensidad.
Pero estos casos no ocurre solamente entre padres e hijos o en relaciones de convivencia, también ocurre la conducta dependiente o codependiente en personas que no tienen parejas. Esto es en lo que quiero enfatizar en este escrito. No creas que por el simple hecho de que actualmente no tienes una relación de pareja o no vivas con tus padres estás excepto de tener una relación codependendiente.
Por ejemplo, si su estado de ánimo en el día de hoy (tristeza, coraje, desánimo) depende de los recuerdos que tiene con su ex pareja o con sus padres en la niñez, usted es una persona dependiente de la relación que tuvo en el pasado y que le afecta como si aún la tuviera. Si a esa otra persona, a la distancia, lo motiva o le da sentido a su vida el que usted siga sufriendo su pérdida o que usted se mantenga pendiente, entonces se vuelve una relación codependiente, a distancia, aunque ya ni siquiera se hablen.
El dependiente desarrolla un deseo permanente de satisfacer a los demás para conseguir aceptación y para presentar ese tipo de conducta usted no tiene que tener una pareja ni convivir con nadie. Se puede dar en los escenarios de trabajo, universidad, con los vecinos y con sus seguidores en las redes sociales.
Solo los dejo con estas preguntas: ¿Cómo me sentiré si hoy nadie le da Like a lo que posteo? ¿Puedo pasar, por lo menos, un solo día sin revisar su perfil?...
Dr. Miguel Ángel Zayas