martes, 8 de marzo de 2011

LOS BUENOS SIEMPRE GANAMOS


Cuando niño, cada vez que veía una película de terror o de algún superhéroe, donde el protagonista o “bueno” de la película estaba en aprietos, me decía a mí mismo: "no te preocupes, si los buenos siempre ganan”. De esta manera calmaba la ansiedad de ver a punto de morir al personaje que representaba la bondad, la justicia, en fin, a los buenos.  Por eso, cada vez que jugaba con mis hermanos a los vaqueros o a los pillos y policías, siempre quería ser el “bueno” por el convencimiento que tenía de que los buenos siempre ganan. 
Más tarde, en mi adolescencia, invertí parte de mi tiempo en competir organizadamente en deportes y era habitual encontrar uno que otro personaje que tratara de ganar haciendo trampas o utilizando métodos no muy éticos para lograr la victoria sobre otros, incluso en torneos organizados bajo estrictas reglas. 
Esa frase, que acuñé desde niño, me sirvió para no caer en la tentadora práctica de lograr una medalla, trofeo o reconocimiento a base de métodos deshonestos. Aunque confieso, que a pesar de que me repetía la frase “los buenos siempre ganamos”, vi en varias ocasiones premiar a algunos de estos “chicos malos”. Fueron varias las ocasiones en que me cuestioné a mí mismo la veracidad de mi frase favorita, a pesar de las múltiples ocasiones que esta manera de pensar me sirvió para mantenerme enfocado en el camino correcto ante las injusticias que viví en varias facetas de mi vida.  
Gracias al universo, no sucumbí ante la tentación de pagar mal con mal, de obrar mal con mal de acuñar la famosa frase “ojo por ojo, diente por diente” ya que, al pasar el tiempo, los aparentes triunfos de los chicos malos se convirtieron en su propia condena.
Quien aprende a sobrevivir y a obtener “éxito” mediante tramoyas o haciendo el mal a otros, termina siendo víctima de su proceder por la Ley Universal del Karma. Recuerdo a un mentor en la Universidad que dijo en una ocasión, al ser cuestionado del porqué no penalizaba a los que cometían plagio en sus trabajos, “deja que los cuelgue la vida, no yo”.  
El tiempo le dio la razón, pues de nada le son útiles a una persona el tener en sus notas un montón de “A” si las mismas no son reflejo ni producto del conocimiento y de las destrezas que tiene. 
Cuando estas personas se enfrentaron al mundo laboral trataron de lograr el éxito de la única manera que conocían; mediante la deshonestidad, pasando por encima de otros, y deseando el fracaso de otros, ya que, para estas personas, el fracaso de otros es el éxito de ellos.  
Así también hemos visto casos de personas que, mediante viles artimañas, se quedan con negocios, propiedades y dinero que otras personas han sudado y trabajado honestamente, sin necesidad de hacer daño a nadie. 
No es sorpresa que muchas de estas personas están en prisión, enfermos, en bancarrota o viviendo una vida en soledad y amargura, producto de su proceder no de la venganza ni castigo de nadie.
Recientemente, un amigo que con mucho esfuerzo y sacrificio estableció un negocio en Cayey, se me acercó sumamente molesto y me dijo que contrató a varios jóvenes a repartir flyers casa por casa y a colocar letreros para la promoción de su negocio. Unas semanas después, se entera de que una persona se dedicó a recoger casa por casa los flyers que él había colocado y a tumbar los letreros. Sumamente molesto me indicó que tomaría venganza contra este ser. Mi consejo fue el siguiente: “no te preocupes, los buenos siempre ganamos” y le pedí que sólo le deseara a la persona que evolucionara hacia un ser mejor, ya que desearle el mal o tomar venganza lo convertiría en una persona igual a ésta.
Hace poco me volví a encontrar a mi amigo y éste muy contento me dijo que había seguido mi consejo. 
Para su sorpresa, las llamadas de clientes no cesan en su negocio y muchas de estas llamadas surgieron de personas, que al ver que le recogían de su casa los flyers, les dio curiosidad por saber lo que decían y de personas que al ver tratando de tumbar unos letreros se paraban a leer lo que estos decían. 
Me dijo:  "la mejor promoción, sin quererlo, me lo dio esta persona tratando de hacerme el mal. Gracias a Dios, mi negocio es uno de los más prósperos de Cayey ". Muy complacido, le recordé que hay otra Ley Universal; “las energías positivas son siempre más poderosas que las negativas”. 
Muy satisfecho, recordé nuevamente mi niñez y adolescencia. Recordé aquellas películas donde los villanos casi destrozaban a los buenos y los buenos, casi sin fuerzas, lograban el triunfo. Medité, y me repetí tres veces: LOS BUENOS SIEMPRE GANAMOS.
Dr. Miguel Ángel Zayas








Por: Dr. Miguel Ángel Zayas


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